Los verdes pastos de la sierra de Açor han cautivado siempre a los pastores y sus rebaños. A lo largo de los tiempos la población local ha sabido enfrentarse al medio, conquistando a la sierra cada palmo de tierra y cultivándolo en bancales. Por el alto de la Sierra de Açor, discurría el antiguo camino real que unía Coimbra y Covilhã, y el por el cual circulaban caravanas de carros de bueyes que traían del litoral pescado y sal y se llevaban del interior, carne, queso, productos derivados de la lana e incluso hielo. Pasaban por allí mercaderes, pastores y hasta atracadores. Se piensa que fueron los ataques de estos atracadores los que propiciaron la unión de los solitarios pastores, dispersos por las agrestes peñas del entorno, en donde criaban yeguas, caballos, ovejas y cabras.
Los verdes pastos de la sierra de Açor han cautivado siempre a los pastores y sus rebaños. A lo largo de los tiempos la población local ha sabido enfrentarse al medio, conquistando a la sierra cada palmo de tierra y cultivándolo en bancales. Por el alto de la Sierra de Açor, discurría el antiguo camino real que unía Coimbra y Covilhã, y el por el cual circulaban caravanas de carros de bueyes que traían del litoral pescado y sal y se llevaban del interior, carne, queso, productos derivados de la lana e incluso hielo. Pasaban por allí mercaderes, pastores y hasta atracadores. Se piensa que fueron los ataques de estos atracadores los que propiciaron la unión de los solitarios pastores, dispersos por las agrestes peñas del entorno, en donde criaban yeguas, caballos, ovejas y cabras.