Salir a descubrir Alcácer do Sal es casi como adentrarse en el Alentejo por la gran carretera atlántica que es el río Sado. Este pueblo ribereño que hunde sus raíces en la prehistoria adquiere una mayor importancia durante la época de los romanos como primer puerto de acceso a todo el imperio. Durante la Edad Media, vio nacer su castillo, que es uno de los mayores símbolos de la reconquista cristiana y del establecimiento de la Orden de Santiago. Los campos que lo rodean son hoy inmensos arrozales, un cereal que configura el paisaje, la gastronomía y los hábitats naturales de la flora y la fauna.
Salir a descubrir Alcácer do Sal es casi como adentrarse en el Alentejo por la gran carretera atlántica que es el río Sado. Este pueblo ribereño que hunde sus raíces en la prehistoria adquiere una mayor importancia durante la época de los romanos como primer puerto de acceso a todo el imperio. Durante la Edad Media, vio nacer su castillo, que es uno de los mayores símbolos de la reconquista cristiana y del establecimiento de la Orden de Santiago. Los campos que lo rodean son hoy inmensos arrozales, un cereal que configura el paisaje, la gastronomía y los hábitats naturales de la flora y la fauna.